Entrevista a Juanjo Reig, músico y productor
Villenero del 76, Juanjo Reig ha formado parte de muchas bandas locales, como Modernos Prometeos e Ingresó Cadáver, desde su adolescencia. Con su bajo al hombro, marchó a Madrid, donde siguió tocando en otros grupos como Cycle o Krakovia. Fue allí donde acabó invirtiendo en un estudio de grabación, Estudio Silencio, por donde está desfilando lo más granado del pop y el rock nacional…
Eres autodidacta, aprendiendo a tocar de oído diversos instrumentos. ¿Recomiendas tu método o es mejor la enseñanza reglada? ¿Hay mucha “titulitis” en el mundo de la música? Empecé con la guitarra a los 11 años, iba diariamente al salir del colegio a casa de mi abuela, que tenía una Alhambra con cuerdas de nylon. Pasaba allí horas y horas practicando, aprendí rápidamente a afinarla de oído, y paralelamente también empezaba a escuchar música, llevaba allí mis primeros discos, me divertía tocando encima de ellos y sacaba de oído los acordes. Además, prestaba también mucha atención a las tímbricas de los instrumentos, los planos de la mezcla y al sonido en general. Esos discos fueron mis profesores en ese tiempo.Es verdad que las cosas que aprendes de esta manera se quedan tatuadas y no se olvidan nunca, enseguida me di cuenta de que todo ese tiempo invertido ha sido vital para desarrollo y educación del oído. Esto no quiere decir que recomiende este método. Por supuesto, me hubiera gustado complementarlo con una formación reglada, pero por circunstancias no surgió.
¿En qué momento decidiste que querías dedicarte profesionalmente a la música? Cuando terminé el instituto empecé la universidad, pero tenía poca motivación por seguir con la ingeniería. Luego estudié un módulo superior de aplicaciones informáticas, pero nunca llegué a trabajar en ello. Mi cabeza estaba desde que tengo uso de razón mirando a la música, me ha proporcionado siempre muchísima satisfacción en lo personal, en lo emocional y en lo profesional. Me di cuenta que siempre había luchado “por” y “para”, esto me impulsó a intentar mi sueño, que era también vivir también “de” ella.
Supongo que en ese momento la marcha a una gran ciudad como Madrid es inevitable… Sí, decidí irme a Madrid sabiendo que podría ofrecer muchas más posibilidades, pero también consciente de que es una ciudad cara y complicada, hay mucha competencia y es fundamental mover bien las fichas porque puede abrazarte o lanzarte despedido. En mi caso tuve suerte y me fueron las cosas bastante bien desde el principio, pero nadie regala nada y hay que lucharlas día a día, no puede uno nunca relajarse ni bajar la guardia.
¿Y cómo surge la idea de convertirte en productor? Creo que nunca me lo he planteado como tal. La figura del productor puede abordar muchas áreas porque debe tomar muchas decisiones a lo largo de todo el proceso: ser un buen psicólogo, debe ser un buen arbitro, debe dar unas buenas directrices a los músicos, tomar decisiones estéticas sobre el sonido y centrarse en muchos detalles a la hora de elaborar la preproducción, la grabación y la mezcla, entre otras muchas más tareas. Pero al final, llevo muchísimas horas de vuelo metido en estudios a lo largo de mi vida y supongo que esto ha sido el resultado de todo lo que he ido aprendiendo y me ha ido formando en esta faceta.
¿Qué faceta prefieres ahora, tocar o producir? Últimamente estoy trabajando muchísimo en el estudio, durante este último año no he podido hacer prácticamente ni un plan de ocio, pero voy todos los días de camino al estudio pensando lo afortunado que soy, disfruto muchísimo del proceso y valoro mucho lo que se aprende a diario. Tengo la suerte de poder trabajar con gente muy profesional y esto te hace crecer mucho también en lo personal.
El escenario me tira mucho, normalmente las giras se suelen plantear como estrategias de difusión y promoción cuando se lanza un nuevo disco al mercado. Cycle ha sido siempre una banda con mucho pulso y proyección de directo, hemos ganado varios premios nacionales y hemos estado girando sin pausas prácticamente desde que nació la banda en 2005, pero entramos en estado de stand by después de la marcha de Luke Donovan a Nueva Zelanda. Ahora estoy escribiendo un nuevo disco con David Kano y reorganizando la formación, supongo que esto reactivará la actividad del directo.
Por otro lado, estamos trabajando en un nuevo disco de Ingresó Cadáver, la pandemia paralizó la recién arrancada gira de La Enfermedad Perfecta, llevamos toda la vida tocando juntos y sentimos que todavía hay muchas cosas que decir. Paralelamente este año he tenido la oportunidad de tocar y hacer varios conciertos puntuales con Pasajero, Garlic Phanton, Doble Elefante, The Class e Ingresó Cadáver.
Para quien no lo sepa, acabas de producir el último disco de Ilegales, trabajando con gente como Loquillo, Bunbury, Coque Malla, Luz Casal, Calamaro… ¿Cómo ha sido esa experiencia? Cuando me propusieron hacer la producción de “La lucha por la Vida”, un disco que celebra el 40 aniversario de Ilegales, se estaban barajando 3 productores sobre la mesa, y pronto recibí un mail desde Art Music, su agencia de Management, confirmando que se habían decidido por mí, esto era un salto a primera división. La experiencia ha sido impresionante, 9 meses de gestación dándole forma al proyecto mano a mano con Jorge Martínez, un tipo extraordinario y sobresaliente, con las ideas muy claras y súper exigente con el sonido desde que Ilegales se formara 40 años atrás.
Era una responsabilidad de mucho peso para cualquiera estar a los mandos de un disco de esta envergadura, y a la vez grabando y dirigiendo en el estudio a artistas como Dani Martín, Josele Santiago, El Niño de Elche, Loquillo, Vetusta Morla, etc., pero todo desde el principio fue muy fluido, trabajar con gente tan profesional te facilita mucho las cosas. Luego nos dimos cuenta de que los propios temas habían sido quienes eligieron a los artistas colaboradores y ha quedado un maridaje muy coherente y conseguido.
Mi relación con Jorge fue estupenda desde el minuto uno, teníamos una comunicación muy activa y esto es fundamental entre artista y productor, llegamos a forjar una gran amistad, incluso un día, en mitad de producción, entró por la puerta del estudio con una guitarra que quería regalarme de su propia colección. Y en cuanto al resultado, estamos contentísimos. El disco salió a la calle en febrero siendo número uno de ventas en vinilo durante varias semanas en varios países y la gira ha arrancado con todo vendido en prácticamente todas las fechas.
¿Crees que tantos y tan buenos contactos te van a abrir definitivamente las puertas de la producción musical? Esta experiencia ya me ha abierto otras puertas, esta misma semana terminaba un E.P. que hice con Carlangas (ex Novedades Carminha), a raíz de conocerle en su colaboración de “La Lucha por la Vida”.
Por otro lado, he tenido la grandísima suerte de reencontrarme en el camino con Juanma Latorre, que además de guitarrista, autor y compositor de Vetusta Morla junto a Guille Galván, es un grandísimo productor con una enorme experiencia. Nos conocíamos desde el 2008, habíamos coincidido en varios festivales en aquella época con Cycle y Krakovia, y siempre me ha parecido interesantísimo y una gran persona. Hace un año y medio empezamos a trabajar juntos en el estudio para el nuevo disco de “Pasajero”, una banda que a mi juicio es de las más atractivas del país, él como productor y yo a cargo de la grabación y la mezcla. A partir de este momento nos dimos cuenta de que formamos un equipazo y nos complementamos perfectamente, lo que nos ha llevado a realizar hasta el día de hoy 5 proyectos juntos. Estoy realmente encantado de trabajar con él.
¿Cómo se ve desde la distancia un proyecto como el VEM? Cuando hablas con gente de fuera o en medio de alguna entrevista sale a relucir el nombre de Villena, es un orgullo poder hablar de algo como el VEM. Las reacciones son casi siempre de sorpresa y estupefacción. Incluso podría decirte que genera cierta envidia. Este año, además, tengo la suerte de poder volver a participar. En este caso será con The Class, un proyecto que tampoco suele dejar a nadie indiferente, que se presenta por primera vez aquí y en el que el público se convierte en el gran protagonista.
Está claro que Villena Es Música ese día, pero también destila cultura el resto del año. Hay mucha gente inquieta con ganas de hacer cosas en ese terreno. A todo ello, podemos sumar también el privilegio que supone, por ejemplo, que una ciudad como la nuestra pueda albergar festivales como el Rabolagartija o el Leyendas del Rock. Todo esto hace que nuestra ciudad tenga una actividad y un encanto especial durante los meses de verano. Ojalá todas estas propuestas se puedan mantener durante mucho tiempo.
Carlos Prats